La crisis de la biodiversidad y la destrucción del medio ambiente son hechos patentes hoy en día y se manifiestan en la pérdida y disminución de especies en todo el planeta.

Su declive y el deterioro de su estado de conservación son evidentes en todos los grupos animales.

El 23% de especies de mamíferos se encuentran amenazadas en mayor o menor grado


Programa de cría en Cautividad

Actualmente numerosas especies animales se encuentran amenazadas o en peligro de extinción en el mundo.

En la mayoría de los casos la actividad humana (caza, modificación del hábitat por destrucción o fragmentación) es la causante de tal situación.

En el caso de las gacelas que se mantienen en la FEH, el declive que han experimentado sus poblaciones se ha debido fundamentalmente a la presión cinegética, a la transformación y deterioro progresivo de su hábitat natural, y a la competencia que han sufrido con el ganado doméstico.

Ante esta situación de pérdida de biodiversidad se necesitan herramientas que permitan restaurar las poblaciones de estas especies.


Una herramienta para la conservación

La cría en cautividad representa una útil herramienta para la conservación de especies amenazadas. Aunque sería deseable no tener que recurrir a ella, a veces es la única (última) alternativa para evitar su completa extinción.

Representan proyectos de conservación ex situ, ya que se llevan a cabo casi siempre en lugares y países en los que no existía la especie objeto del programa de cría.

Es un programa mediante el cual se persigue alcanzar un tamaño de población suficientemente grande como para permitir, mediante proyectos de reintroducción o de reforzamiento, el restablecimiento de la especie en una o varias de las zonas en las que históricamente se distribuían sus poblaciones.

Para ello se cuenta con la colaboración de numerosos núcleos zoológicos, por los que se dispersan pequeños grupos de individuos del Programa de Cría. Esto permite contar con una mayor disponibilidad de espacio, y por tanto, poder aumentar el tamaño de la población cautiva, pero, sobre todo, evitar que en caso de enfermedad o epidemia se vea afectada el conjunto de la población cautiva.

Los proyectos de reintroducción representan el objetivo final de estos programas. Desde la EEZA se han llevado a cabo varios en varios países del norte de África. Algunos de ellos están actualmente en vigor como los de gacela dorcas en Senegal (link) o el de gacela de Cuvier en Túnez (link)


Gacela de Cuvier (Gazella cuvieri)

Es una gacela de tamaño medio (25-35 kg), sexualmente dimórfica, en la que los machos son alrededor de un 20-25% más grandes que las hembras. De un brillante color castaño claro y uniforme por todo el dorso y laterales del cuerpo, contrasta bien su parte inferior blanca. Las hembras pueden ser fértiles a la edad de 8-9 meses y los machos a los 12-13. De todas las gacelas que hay en la FEH, la de Cuvier es la única en puede tener partos gemelares (alrededor del 40% de las hembras paren gemelos).

En la naturaleza forman harenes, sobre todo en la época de los apareamientos. Es por eso que en la FEH los animales están distribuidos mayoritariamente en grupos de cría (entre 5 y 8 hembras con un macho).

Hasta mediados del siglo XX la especie ocupaba un amplio territorio montañoso de Marruecos, Argelia y Túnez y de ahí que también se le denomine como gacela de montaña o gacela del Atlas. Pero la presión cinegética y el progresivo deterioro y pérdida de su hábitat natural la ha llevado a su casi extinción en Túnez, y a una enorme fragmentación y disminución de sus poblaciones en Argelia. En Marruecos la especie se está recuperando con éxito después de unos años de gran declive poblacional. Está considerada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como “Vulnerable”.

Las primeras cuatro gacelas de Cuvier llegaron a la FEH en 1975: dos machos y dos hembras procedentes del Sahara Occidental. Sólo uno de estos machos dejó descendientes. Con posterioridad una nueva hembra se incorporó al Programa de Cría de la especie, procedente de una finca privada de Almería.

La responsable del mantenimiento del studbook de la especie es Eulalia Moreno.


Gacela o Antílope Mohor (Nanger dama mhorr)

La gacela dama mhorr es una de las tres subespecies de gacela dama. Su pelaje se caracteriza por el color marrón rojizo de su cuello y dorso, en contraste con el color blanco de la cabeza y la parte inferior del cuerpo. Es la mayor de las tres especies de gacelas que se mantienen en la Finca Experimental La Hoya. Las hembras adultas pesan entre 45 y 60 kg. Los machos son más grandes y pesados, pudiendo alcanzar los 65-70 kg de peso. Ambos sexos presentan cuernos anillados y curvados hacia atrás, de unos 20-40 cm, siendo más cortos y finos en las hembras. Los machos alcanzan su edad fértil a los 10-12 meses y las hembras a partir de los 7-8 meses de edad. La gestación dura alrededor de 6 meses y medio, y normalmente en cada parto nace una sola cría.

Esta subespecie se considera extinta en estado silvestre desde 1968. Su área de distribución natural se extendía por el Sahara Occidental, desde el sur de Marruecos hasta Senegal. La causa principal de su declive ha sido la presión cinegética a la que ha estado sometida durante muchos años, unida además a la degradación y fragmentación de su hábitat. Todo ello ha llevado a la UICN a catalogar a la gacela dama como especie “En peligro crítico de extinción” y a ser incluida en el Apéndice I del Convenio CITES.

La población cautiva de gacela dama mhorr procede de cuatro ejemplares fundadores (1 macho y 4 hembras) traídos en 1971 y 1975 del Sahara Occidental a la FEH. En la actualidad la población cautiva de esta subespecie supera los 400 individuos, distribuidos en distintos zoológicos de Europa, Estados Unidos y la Península Arábiga.

Las responsable del mantenimiento del studbook y del programa europeo de conservación ex situ (EEP) de la especie es Sonia Domínguez.


Gacela Dorcas (Gazella dorcas)

Es la gacela de menor tamaño. Al nacimiento las crías no superan los dos kilos de peso. De adultos los machos alcanzan 17 kgs. y las hembras 15 kgs. Además de un tamaño ligeramente mayor en los machos, el principal dimorfismo sexual, se encuentra en los cuernos. En los machos, los cuernos en forma de lira alcanzan hasta 30 cms. de longitud mientras que en las hembras, más delgados y rectos, no superan los 25 cms. La madurez sexual se alcanza en las hembras al año de vida y el periodo de gestación es de 5,5 meses. En cautividad los nacimientos, de una sola cría, se reparten a lo largo de todo el año.

Su hábitat natural abarca un amplio territorio del norte de África, desde el Atlántico hasta las costas del Mar Rojo, y desde la franja saheliana hasta las costas de mediterráneo. En la actualidad hay descritas cinco subespecies en toda su área de distribución. Su declive se debe más a la presión cinegética que a la pérdida o deterioro de su hábitat. A nivel global, está considerada como una especie "Vulnerable" por la UICN, pero su situación varía mucho dependiendo de los países: en algunos ha desaparecido (Senegal) y en otros está en peligro de desaparición (Marruecos, Mauritania); en ocasiones se desconoce cuál es su situación (Libia, Egipto)

La población que se gestiona en el programa de conservación Ex situ en la FEH pertenece a subespecie neglecta, propia del extremo occidental del Desierto del Sahara, de donde provienen los 24 individuos fundadores. La población cautiva global oscila en torno a los 250 ejemplares, de los cuales 110 están en la FEH y el resto repartidos en diversos zoos en España y otros países europeos.

La responsables del mantenimiento del studbook y del programa europeo de conservación ex situ (EEP) de la especie es Teresa Abáigar.


Arrui sahariano (Ammotragus lervia sahariensis)

En la Finca Experimental La Hoya también mantenemos una población de un caprino norteafricano, el arrui sahariano, subespecie propia de las áreas montañosas del Desierto del Sáhara, desde la costa atlántica hasta el extremo oriental del Chad, frontera con Sudán. Se trata de la subespecie más extendida geográficamente, aunque en regresión y seriamente amenazada. Nuestra población es originaria de una pareja fundadora que llegó a nuestras instalaciones en 1975, procedente del Sáhara Occidental, en donde actualmente se estima que sobreviven escasamente unos 300 individuos repartidos esencialmente en dos macizos montañosos. En la FEH mantenemos una población de 70-80 animales, con machos y hembras adultos repartidos en cercados separados, reproduciéndose cada pocos años. Se trata de una de las pocas poblaciones de arruís en cautividad de origen conocido y, consecuentemente, adscrita a una de las subespecies consideradas para la especie.

El arrui tiene un pelaje de tono variado parduzco-arena. Destaca una larga melena que se extiende desde la garganta hasta el pecho, a partir del cual se bifurca y continúa por las patas delanteras. La dirección de crecimiento de los cuernos conforma una circunferencia hacia arriba y atrás, y en machos maduros la parte distal va convergiendo por encima de la nuca. El dimorfismo sexual es muy marcado, siendo los machos, en promedio, dos veces más pesados que las hembras (82 kg y 41 kg, respectivamente). La madurez sexual la alcanzan las hembras a los 9 meses edad, y los machos a los 14 meses. El periodo de gestación es de 5,5 meses.

La especie está clasificada en la categoría de Vulnerable C1 de la Lista Roja de la UICN. Los principales factores que explican su declive poblacional son la caza furtiva, la pérdida de hábitats, la competencia con ganado doméstico y alteraciones antrópicas, tales como canteras y construcciones de caminos y carreteras. De cara a una efectiva protección de la especie en sus lugares de origen, urge reexaminar su clasificación taxonómica a nivel de subespecie por medio de un estudio genético exhaustivo que determine las principales unidades genéticas.

El responsable del mantenimiento del studbook del arrui sahariano es Jorge Cassinello, el cual ejercerá asimismo labores de co-coordinador del Programa Ex situ de la EAZA (EEP) para el arrui, cuya aprobación está prevista para 2021.


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